sábado, 4 de abril de 2009

Formación de un chamán

Antonella Fagetti

Práctica común a todos los pueblos que elijen la naturaleza como hábitat y forma de vida.
Para ser chamán es preciso soportar las duras pruebas iniciáticas.

Algunas veces hasta es preciso morir.

Un chamán no es reconocido como tal hasta haber recibido instrucciones a través de los sueños, y también enseñanzas de los ancianos.

El futuro chamán se singulariza por su comportamiento extraño:

Se vuelve soñador, busca la soledad, vaga por bosques y parajes desiertos,

Acepta las pruebas que son para él más terribles

Enfrenta lo que más teme

De todo lo que ama se desliga

Tiene visiones,

Llora durante el sueño

Es el período de "incubación"; la llamada "locura" de los futuros shamanes, su caos psíquico. Esto significa que el hombre profano en él está en trance de "disolverse" y que está surgiendo su nueva personalidad.

A veces deja de respirar y algunos han estado a punto de ser enterrados vivos.

Cuando el aprendiz yace inconsciente en la tienda o en la yurta, interviene un Espíritu Maestro a través de un shamán reconocido. La relación entre maestro y discípulo se lleva a cabo en secreto, casi sin palabras, "de mi corazón a tu corazón ("I shin den shin"). Nadie puede perturbarlos.

Todo se consuma con la ascensión a los nueve cielos.

En casi todas las religiones se encuentra este rito de muerte y resurrección a los cielos.

El árbol chamánico es el árbol de la Vida, porque para ser chamán es preciso reconocer los movimientos de lo que hay arriba, en el cielo; el movimiento de los astros que indican el devenir de las estaciones;
Lo que hay en el suelo, el potencial germinal de la tierra que se ocupa;
Y lo que hay abajo; ríos subterráneos, minerales, aguas termales.

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