
La gente debería concentrar su mente sobre su Tierra recordada, a la que pertenece.
Debería asimilarse a su paisaje en particular, mirarlo desde tantos ángulos como pueda,
preguntarse por él, detenerse allí.
Debería imaginar que lo toca con sus manos en cada estación y escucha los sonidos
que se hacen sobre él.
Debería imaginar las criaturas allí y los más remotos movimientos del viento.
Debería recordar el resplandor del mediodía,los colores completos del amanecer
y el atardecer, y sobre todo debería absorber el cielo de la noche.
Porque somos sostenidos por más que la fuerza de gravedad de la tierra.
Estamos anclados allí, arraigados tan segura y profundamente en el paisaje
como las antiguas secuoyas y los pinos longevos.
Navarre Scott Momaday (Nación Kiowa, Estados Unidos).
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