El Bisonte se traslada en grandes manadas, y es venerado por muchas de las naciones nativas de Norteamérica. En las naciones indígenas la caza de este animal es acompañada de un gran respeto, admiración por sus cualidades y agradecimiento por todos los beneficios que aportaba.
Al momento de la muerte del bisonte el cazador amerindio se acerca a inhalar su último aliento como forma de absorber espiritualmente sus virtudes. Fue conocido como "Dador de vida", pues todo era utilizado. Los usos incluían alimentación, abrigo, indumentaria religiosa, combustible (se secaban las deyecciones al sol) y materiales de construcción.
El bisonte albino o búfalo blanco es una deidad, aún presente en el siglo XXI; por ejemplo, entre la gente sioux y lakota, los líderes espirituales están atentos para excluírlo de la cacería, pues es un ser respetado, venerado y admirado de acuerdo con la leyenda de "Mujer Búfalo", de Dakota.
A la llegada de los españoles a América, era tal la cantidad de bisontes o cíbolos que los conquistadores encontraron en las grandes praderas norteamericanas, que llamaron a la extensa región limitada por las Montañas Rocosas al Oeste, y los montes Apalaches al Este, «Llanos de Cíbola», donde existirían las míticas Siete Ciudades de Cíbola.
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