
El Sol no es un dios, pero sin su concurso no es posible la vida. No hace milagros, pero la declinación solar provoca las estaciones, las diferencian en intensidad a la que las plantas se han adecuado.
Ser Hijos del Sol no equivale a ser Hijos de Dios, sino a ser sensatos, perseverantes, trabajadores y obediantes a sus mandatos.