Para ser vistos y escuchados se atavían, cantan y danzan durante horas.
No lo hacen convocando al 'Dios único', sino a su propio y exclusivo Padre, su propio Dios, exclusivo de la etnia.
Como ese Dios tiene que ver con la naturaleza de la que forman parte, lo hacen desnudos, en comunión con ese su Dios del aire que respiran, del agua que beben y del suelo que los sustenta.
La rogativa danzada no es un espectáculo. Y lo que piden es que su Dios se manifieste bajo la forma de fenómeno natural. Por eso es que el Rayo, o el Arco Iris es celebrado; éstos no son dioses, sino su respuesta. A veces es un ave u otro animal el que cumple ese cometido: un picaflor, un cara-cara, un jaguar.

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