lunes, 25 de agosto de 2008

Grandes culturas ancestrales

Antes de ahora hubo grandes culturas; esto es un hecho irrebatible, y si no véanse donde quiera los grandes vestigios del pasado: las pirámides de Gizet con su esfinge, las culturas del Norte de África, luego las culturas de las Islas Canarias, Angkor, los templos mayas, las pirámides de Mesoamérica, de China, las Casas de Sabiduría de Sudamérica (Tihuanaku, Sechin, Caral, Nazcas, Mochicas), el Tíbet, Siberia, la isla de Atlas, hijo mayor de Poseidón y Clitos, vestigios en Medio Oriente (Petra), vestigios en las costas sumergidas de Japón, vestigios entre Yucatán y Cuba, en la Polinesia (Nan Madol)...

Pero lo importante en todo caso no son los rastros y vestigios en sí, sino el pensamiento y la organización de aquellas culturas superiores.

El punto principal de la cuestión humana es el territorio. Las culturas anteriores a ésta -desde nuestra perspectiva, 'antiguas'- respetaban en calidad de "sagrado" el territorio de cada pueblo, y lo consideraban otorgado por los "Dioses" o por un Determinismo Superior. O sea que ponían como testigo del Derecho al Poder Mayor. Decían que ese Poder era superior al Sol -que no era más que su Hijo- y estaba más allá y más arriba, en el tiempo y en el espacio. Al punto que son muchas las cosmogonías que afirman que el humano -hombre y mujer- fueron creados a partir del barro de ese lugar determinado, y véase que poderosa analogía: el que habita un territorio con cuyo barro fue creado por los Dioses locales, es el verdadero dueño del lugar.

Su absoluta religiosidad no tiene nada que ver con superstición y paganismo, como suele decirse, sino con su método de disciplina social; los acuerdos sociales celebrados entre representantes de las familias estaban hechos con la mayor honestidad y sin intenciones de mentir o prevalecer; eran inspirados y refrendados por los ilustres antepasados, cuya línea de acción y propósito se continúa.

A pesar de que saben escribir la educación es oral, así se aseguran de que los conceptos y enseñanzas sean comprendidas, asimiladas y aceptadas. Los Dioses o Poderes Superiores no son representados, no se los pone afuera, así se aseguran de que sean internalizados.

Para aquellas culturas poco importaban los mapas, aunque los diseñaran y los tuvieran. Lo más importante no era ubicarse en relación a los vecinos y congéneres, sino determinar la ubicación del propio territorio en relación a los astros proveedores de energía; de la energía de rebrote, de la energía de maduración, de la energía de reproducción. La administración de las energías garantizaba la supervivencia del grupo.

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