martes, 26 de agosto de 2008

Proyecto extranjero y proyecto local


Dibujo: Mujer esmeralda

La pobreza es un invento del capitalismo de mercado europeo. Los grupos humanos se convierten en “pobres” cuando no se ajustan a las condiciones de producción-consumo.
Existen productos necesarios, como el agua potable, el alimento, el combustible y ahora la electricidad, la vestimenta, los materiales de construcción. Existen productos culturales tales como gaseosas, productos alimenticios, ropa, espectáculos envasados, electrodomésticos, vehículos de transporte, medicamentos, etc.
El capitalismo de mercado denomina “primitiva” a la gente que sabe aprovechar los productos naturales espontáneos, caza y pesca, se teje sus prendas con fibras vegetales y/o animales, interpreta su propia música, prepara sus tisanas curativas y se traslada caminando.
El capitalismo de mercado se asegura de que todas las personas encuentren lo que necesitan sólo a través de sus proveedores, por eso se preocupa por homogeneizar a la población, por inculcarles los mismos usos y costumbres, y por enseñarles su propia lengua para que puedan hacer sus pedidos en el mostrador.
El que no trabaja para el sistema capitalista no obtiene billetes, y entonces no puede comprar.
Cuando no hay trabajo remunerado el fracaso de los negocios se perpetúa.
Desde la perspectiva de mercado existen tres clases de ‘países’:
- Los de elevado consumo son los “países desarrollados”.
- Los que se esfuerzan por sujetar a toda su población a la cadena de consumo son los “países en vías de desarrollo”.
- Los que tienen una población díscola, que se autoabastece, son considerados “países subdesarrollados”.
Los expertos en ‘desarrollo’ están de acuerdo en que la primera condición para el crecimiento de los negocios es evitar que la población se autoabastezca, para lo que es preciso eliminar todos los bosques, expulsar de sus tierras a todos los nativos, y contaminar las aguas.
Pero supongamos por un momento que se abandona la vieja política capitalista de mercado y se permite la autonomía de las naciones originarias; de todos modos la economía de mercado saldrá favorecida, ya que en tanto las poblaciones hoy marginales generen dinero irán corriendo a comprar los productos occidentales, de los que son los más devotos.
Para ser capitalista de mercado se precisa tener el propósito firme de ganar dinero día y noche; esto puede lograrse por malos y buenos métodos. Si se lo hace con métodos honestos hace falta tener aptitudes, políticas públicas apropiadas y alentadoras, impuestos bajos. Será imprescindible desarrollar con énfasis la visión empresaria, el trabajo duro, la habilidad de detectar y utilizar las oportunidades de objetos vendibles.
Pero sabemos que los recursos naturales tienen un límite y una condición, de modo que ser despilfarrador, producir y consumir hasta reventar, es una estupidez.
Se requiere de una decisión política diferente para ser moderado, austero, pertinente.
La economía es una de las variables sociales, pero no “la variable”.
La organización es la variable.
Si se busca el avance económica a ultranza todo lo demás queda derogado, y lo demás es lo que hace a la existencia humana.

Para que las sociedades se desarrollen en forma pacífica, económica y armónica por muchos miles de años, lo que se ha de buscar es el avance de la gente como personas. Su respetabilidad, ese es el objetivo.

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